Por: Rafael Orduz
La degradación acelerada ha sido una característica de las cuatro semanas de paro. Sanitaria, política, económica, sin timonel. La calificación de S&P trae un mensaje: la necesidad de una solución institucional al paro actual.
Degradación de la situación sanitaria con más de 490 fallecidos diarios (promedio móvil de siete días), con la capacidad de UCI al tope. La manera de enfrentarlo ha sido desastrosa, desde mucho antes del 28 de abril, por la vía de una campaña de vacunación, comprendiendo la compra de vacunas, así como su distribución y aplicación, ha sido de las más mediocres del continente. Con las cifras actuales, cada tres minutos muere un colombiano, configurándose una suma aterradora de tragedias familiares sumergidas en la estadística. Las perspectivas de la inmunidad de rebaño están muy lejanas (el ministro de Salud habla de finales de año, meta imposible al ritmo demostrado hasta ahora) y pareciera que, en el 22, dependeremos del manejo de los excedentes de vacunas en los países de alto ingreso y sus decisiones de contribuir a resolver el contagio en su periferia.
(Un meme que circula en redes habla de cómo en el barrio Rosales, en Bogotá, hay ya inmunidad de rebaño… gracias a la vacunación en la Florida).
La degradación sanitaria va de la mano de la del manejo del paro, que es la política. Hay poco que decir frente a la aterradora actuación del presidente Duque, incluyendo sus últimos videos en inglés (muy buen inglés), de espaldas a la realidad, muy al contrario de Piñera, el presidente chileno de derecha, que estuvo en capacidad de leer e interpretar el malestar de los jóvenes.
La entrevista que María Isabel Rueda le hace al comisionado de Paz no revela nada nuevo, excepto que es la boca del ex-seminarista Ceballos, la que habla. El “bypass” de Uribe llega a unos niveles que deben avergonzar al presidente Duque y al empresariado que apoya al expresidente. Que un civil equis adelante negociaciones con grupos armados fuera de la ley con el fin de pavimentar eventuales procesos de paz ha sido recurrente en las últimas décadas. No obstante, que Uribe pase por encima de Duque y el comisionado es grotesco y sólo ratifica un hecho de bulto en estas duras semanas: ausencia de gobierno.
Ausencia que aparece en otros frentes, comenzando por las pautas de comportamiento de la Fuerza Pública en relación con los manifestantes, dictadas por Uribe. Que durante su primer gobierno Uribe hubiese puesto orden en el país combatiendo militarmente a una guerrilla soberbia que creía que la toma del poder estaba al alcance de la mano fue una necesidad después del conejo al proceso de paz por parte las Farc. Otra cosa muy diferente es la de dispararle, en 2021, a manifestantes en las ciudades colombianas como consta en innumerables piezas de video validadas, con el saldo (la cifra exacta se desconoce) de decenas de muertos y desparecidos. La narrativa de meter en el mismo saco la protesta pacífica y el vandalismo da luz verde a un comportamiento que la Fuerza Pública jamás debió asumir. Violencia de múltiples procedencias, que ha segado la vida de manifestantes y también de servidores públicos en actos de crueldad que deben ser castigados. Con el agravante de que, en este mundo de las TIC, resulta misión imposible el ocultamiento de la realidad.
Falta de gobierno para que el paro concluya, para que cesen los bloqueos y las terribles consecuencias sociales y económicas, para conducir las negociaciones y la autoridad requeridas.
Todo ello converge en el escenario internacional para que la posición de Colombia se degrade en proporciones que no se conocían desde los años ochenta, aunque con un elemento nuevo: la calificación crediticia en moneda extranjera de S&P que nos bajó de BBB- a BB+, llamada también “sin grado de inversión”. Tanto especialista criollo en déficit fiscal y confección de reformas tributarias que olvidan que hay un componente determinante: “La perspectiva estable también incorpora nuestra expectativa de una solución institucional a los recientes y significativos disturbios sociales, que resultarían en perspectivas de estabilidad política e institucional para el mediano y largo plazo” (S&P).
Cada semana que pase sin “solución institucional” degradará la posición de Colombia dentro y fuera del país.
Publicado en: El Espectador