Por: Henry Medina
Nuestra sociedad necesita mejor educación para construir un mejor futuro. En tal sentido se manifestó la Comisión de Sabios al proponer reformas al modelo educativo para modificar aspectos conductuales que hoy nos caracterizan, lo cual implica llegar con transformaciones efectivas en las relaciones de hogar, familia y escuela. Me referiré a un proyecto naciente, pero optimista en tal sentido.
Hace cuatro años, la Corporación La Paz Querida (LPQ) instituyó los “Diálogos intergeneracionales” con la finalidad de convocar rectores, maestros, estudiantes, familias de la comunidad educativa y líderes sociales de los municipios mayormente signados por la violencia, para dialogar sobre formas efectivas de abordar y resolver los problemas de su comunidad, dentro de su comunidad. Se crearon espacios de conversación en 34 municipios representativos de las regiones del país sobre formas de resolver conflictos sociales, teniendo como base la dignidad humana, los principios democráticos, la ética social, la solidaridad y la construcción y el respeto de los bienes públicos.
Estos diálogos fueron la base de las “Escuelas de conversación generativa”, las cuales se establecieron con el apoyo del Ministerio de Educación, la cancillería alemana y la Alianza Global para la Prevención del Conflicto Armado (GPPAC) y el Centro Nacional de Consultoría (CNC), con el propósito de crear condiciones para la reconciliación y la construcción de una paz estable y duradera.
En una primera fase se establecieron siete escuelas con núcleos de conversación sobre las realidades de cada municipio, sus potencialidades de desarrollo y los valores esenciales para la convivencia en paz, como la integridad, la confianza, la ética del cuidado, el optimismo basado en hechos, la solución dialogada de conflictos. En esta fase han participado 1.802 estudiantes, 21 padres de familia, 171 docentes, 71 líderes sociales, 26 funcionarios públicos y 111 representantes de organizaciones civiles.
De la conversación surgió la constatación del ambiente complejo en que se desarrolla la experiencia educativa, donde se evidencian paradigmas equivocados, destructores de sociedad. Para muchos, la educación no es precondición de éxito, sienten apego al dinero fácil y algunos se ven inmersos en microtráfico, drogadicción, intimidación, prostitución, suicidios y desprecio por la vida (“no nacemos pa’ semilla”). Estas realidades se ven acompañadas de alta deserción e indiferencia social, lo cual hace compleja, difícil y meritoria la labor del maestro.
Para La Paz Querida ha sido una experiencia fructífera la constatación del largo camino por recorrer y la reafirmación del necesario compromiso con el país. Para la nueva etapa se proyecta crecer a 35 escuelas guiadas por el modelo de árboles de conversación crítica con ramificaciones de estrategias y campañas sobre las problemáticas y soluciones en cada una de las comunidades, construyendo realidades de paz, convivencia y autocuidado.
Este difícil panorama indica la necesidad de crear formas más efectivas en la relación maestro-alumno y contar con mayor apoyo y compromiso institucional para modificar estas realidades, buscando crear en la juventud la “inmunidad mental” (Moisés Wasserman) hacia los paradigmas perversos. Uno de los factores de análisis desde La Paz Querida es si Ricardo Flores Magón tenía razón o no cuando afirmaba que “no son los rebeldes los que crean los problemas del mundo; son los problemas del mundo los que crean a los rebeldes”. La respuesta puede contribuir al diseño de las soluciones.