La comunidad de Buenaventura es víctima del confinamiento[5] a diario. Según cifras publicadas por la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, en Buenaventuras existen más de 5.000 personas que se consideran víctimas de este hecho. Adicionalmente a lo anterior, la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES)[6] informó que, desde el 2017 como el año siguiente a la firma del acuerdo de paz, en Buenaventura habían confluido nueve (9) grupos armados ilegales, y a su vez se habían presentado seis (6) disputas bélicas por el control criminal y social de la ciudad, siendo estos claros elementos de contexto e indicadores de la vulnerabilidad en la que se encuentra esta comunidad, que a diario es víctima de múltiples y cada vez más brutales e inhumanas expresiones de violencia.

Pese a esta situación, la comunidad de Buenaventura amparada en la asociatividad, la organización, el liderazgo social, la participación y la representatividad, no se entrega, no pierde la esperanza, que por estos días se aviva con el aroma de la paz que trae la tregua declarada en el territorio, y que se espera que permita que el sonido del AK 47 siga siendo opacado cada vez más por el clamor comunitario, que seguirá gritando hasta ser escuchado y hasta que la vida no sea cortada en esta Buena Ventura que llamamos Colombia: “porque la tierra es nuestra, completamente nuestra, ¡el pueblo no se rinde, carajo!”

Este boletín busca dar cuenta de la grave situación de derechos humanos en Buenaventura, acercando al público lector a las múltiples e históricas violencias y necesidades que se viven en el día a día bonaerense a la luz de una Colombia quizás indolente, que debe aprender a escuchar y construir desde la empatía y la ética esta paz de múltiples actores a múltiples voces.

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